Como un niño

Convertir una tormenta inesperada
en catarata mágica
cocinar un festín de galletas con barro,
y con tres cachivaches montar una tienda.

Sonreír, aliviado por la voz conocida
que te evoca mil juegos, una casa y un beso.

Reposar, vulnerable, en abrazo seguro.
Sollozar sin vergüenza hasta caer dormido,
para alzarte mañana invencible de nuevo.

Preguntar sin descanso, sediento de respuestas.
Curiosear, inquieto, en todos los rincones

Y entonces descubrir el mundo, al otro, un Dios..
y gritarlo muy alto, y pintarlo con ceras
y decirlo a los tuyos, y empezar a crecer…
para, un día distante, recordar la tormenta,
la galleta de tierra, la tienda de papel,
esa voz conocida de juego, casa y beso,
la pregunta constante y el rincón ignorado

El mundo que te llama, el otro, siempre en torno,
y ese Dios que, de nuevo, te seduce y te envía,
a gritarlo muy alto,
a pintarlo con ceras,
a decirlo sin miedo,
como un niño, otra vez.

José María Rodríguez Olaizola, sj

confianza, esperanza, niños
Publicación anterior
Nuestra canción
Publicación siguiente
Reflexión del Evangelio del Domingo 14 de Octubre (Maximiliano Koch, sj)

Publicaciones relacionadas

keyboard_arrow_up