Reflexión del Evangelio del Domingo 24 de Marzo (Oscar Freites, sj)

Evangelio según San Lucas 13, 1-9

En cierta ocasión se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios. Él les respondió: “¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera. ¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera”. Les dijo también esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?’. Pero él respondió: ‘Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás’”.


El evangelio de este domingo comienza con el comentario de dos hechos trágicos, que al parecer habían suscitado diversas valoraciones en tiempos de Jesús. Pues, ante las tragedias surgen muchas preguntas, y también numerosos juicios. Podemos imaginar a aquellas personas comentando: ¿Por qué les habrá sucedido eso?, ¿qué mal habrán hecho para merecer tales desgracias?, ¿por qué Dios los castigó de tal manera?, ¿qué pecados habrán cometido para merecer tamaño castigo? Desencarnados juicios de espectadores que apuran conclusiones y distorsionan realidades.

Debemos comprender que, por aquellos tiempos era muy común vincular las tragedias, las enfermedades y los sufrimientos con represalias divinas a causa del pecado personal o del pecado de algún antepasado. Jesús, enseguida capta la intencionalidad que se esconde detrás de estos comentarios: “¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás?” Mas aún, ¿Creen ustedes que Dios ha permitido estas desgracias para castigar los pecados de esta gente?… “Les aseguro que no.”

Por ello, en este tercer domingo de Cuaresma Jesús viene a asegurarnos que así no es Dios, que así no funciona la dinámica de su Amor y que así no es camino de su Reino.

El Dios de Jesús, es el Dios de las segundas oportunidades, el Dios de la relación personal, el Dios que sabe trabajar la tierra. Pero a este Dios solamente lo podemos comprender si abandonamos aquella posición de espectadores, para convertirnos en protagonista dentro de su relación de Amor. Lo mismo sucede con la realidad del pecado, sólo comprenderemos su dinámica si nos reconocemos pecadores, y lo dejamos de contemplar como una realidad abstracta que acontece en mí y fuera mí. De allí, la insistente invitación a la conversión de este domingo. Por dos veces se nos dice: “Si ustedes no se convierten”. Si ustedes no comienzan a vivir bajo la dinámica del Reino; si ustedes no comienzan a existir en Cristo, por Cristo y para Cristo. Porque de eso de trata la conversión: comenzar a experimentar que me puedo relacionar con Dios tal como Jesús se relaciona con Él. Comenzar a sentirme tan hijo de Dios como Jesús es Hijo. Comenzar a experimentar que Dios está tan presente en mi vida como está presente en la vida de Jesús. Comenzar a vivir como pecadores perdonados.

Pero quizás ya llevo muchas cuaresmas buscando experimentar este tipo de relación con Dios, y todavía no ha pasado nada. Quizás “hace tres años que vengo buscando” y no pasa nada. Quizás ya me he desanidado tanto que quiero cortar de raíz esta relación, para que no siga ocupando un importante espacio de mi vida. Pero en este domingo el Evangelio nos dice: para no la cortes; date una cuaresma más, un año más, para remover la tierra, para abonar el vínculo.

Deja que en este tiempo de Cuaresma Jesús venga a remover tu tierra, venga a podar tus ramas, venga a abonar tu vínculo con Dios. Déjate remover profundamente por ese Dios que es amor y per-DON. Deja que en esta Cuaresma Dios venga a relacionarse tan íntimamente contigo, al punto tal que tus relaciones, tus proyectos, tus retos y tus esperanzas se conviertan en sus relaciones, sus proyectos, sus retos y sus esperanzas. Más aún para que su realidad llegue a convertirse en tu realidad.

Oscar Freites, sj
Estudiante Teología

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