¿Por qué no yo?

¿Quién regará las posibilidades,
si se seca la imaginación?

¿Quién anunciará el baile
si perdemos las ganas de vivir?

¿Quién tocará la música
que nadie compone?

¿Cuándo habrá tiempo
para el amor verdadero?

¿Dónde habitará la justicia,
si en nuestra tierra campa la fuerza?

¿Cómo escuchar
a un Dios silenciado?

¿Quién reavivará
tanta compasión adormecida?

¿Cuándo saldremos
de la celda?

La puerta está abierta.

Es hora de que los soñadores
silencien a los falsos profetas.
Hay que volver a danzar,
trenzando a nuestro paso
guirnaldas de verdad desnuda.
Que el cantor se quite la mordaza
y la prudencia,
que ha de encontrar la forma
de gritar la buena noticia
a todos
a cada uno.
Es la hora del buen pastor.
Es tu hora.

José María Rodríguez Olaizola, sj

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