Mientras haya vida, hay esperanza

A pesar de que era muy crítico con la religión Stephen Hawking inspiró a muchos por su visión optimista de la vida a pesar de tener que enfrentar la enfermedad y la discapacidad. Alguna de las cosas que podemos aprender de él:

  • Los milagros existen: Stephen era ateo pero él mismo era un milagro viviente, fue diagnosticado a los 21 años con Esclerosis Lateral Amiotrófica, una enfermedad motoneuronal que con el tiempo lo hizo perder la movilidad, al final de su vida solo la tuvo en algunos músculos faciales, el cosmólogo desafío los pronósticos de vida de dos años. Se casó con Jane Wilde y vio crecer a sus tres hijos.
  • La vida es más fuerte: a los 21 años le dieron dos años de vida, a los 43 querían desconectarlo pero su esposa se rehusó, falleció a los 76 años. Sus expectativas se redujeron a cero cuando tenía 21 años. “Es importante que tú no te des por vencido”
  • Dialogar siempre: a pesar de declararse ateo se encontró con cuatro Papas y era miembro de la Pontificia Academia de las Ciencias, donde el principal fin es asesorar al Papa.
  • El amor da sentido al universo: él mismo cuenta que lo decisivo fue enamorarse, eso le dio una razón para vivir. Comprometerse con Jane fue su motivación. El amor fue su motor, el que sentía por Jane, el que recibía de ella y el que le generaba su pasión por la física.

Entre las frases que Hawking legó a la humanidad, una de las más motivacionales y que reflejan cómo pudo vivir tantos años a pesar de su enfermedad es: “Miren hacia arriba, a las estrellas, y no abajo a sus pies. Intenten encontrar el sentido a lo que ven, sean curiosos. Y por muy difícil que parezca la vida, siempre hay algo que pueden hacer y en lo que pueden tener éxito. Lo único que importa es no rendirse. Mientras haya vida, hay esperanza”

Priscila Torielli

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