Custodia de la esperanza

En el corazón de la Iglesia resplandece María. Ella es el gran modelo para una Iglesia joven, que quiere seguir a Cristo con frescura y docilidad. Cuando era muy joven, recibió el anuncio del ángel y no se privó de hacer preguntas. Pero tenía un alma disponible y dijo: «Aquí está la sierva del Señor».

Siempre llama la atención la fuerza del sí de María joven. La fuerza de ese hágase que le dijo al ángel. Fue una cosa distinta a una aceptación pasiva o resignada. Fue algo distinto a un si como diciendo: bueno, vamos a probar a ver qué pasa. María no conocía esa expresión. Era decidida, supo de qué se trataba y dijo sí, sin vueltas. Fue algo mas, fue algo distinto. Fue el sí de quien quiere comprometerse y el que quiere arriesgar, de quien quiere apostarlo todo, sin  más seguridad que la certeza de saber que era portadora de una promesa…

María tendría, sin dudas, una misión difícil, pero las dificultades no eran una razón para decir no. Seguro que tendría complicaciones, pero no serían las mismas complicaciones que se producen cuando la cobardía nos paraliza por no tener todo claro o asegurado de antemano… El sí y las ganas de servir fueron más fuertes que las dudas y las dificultades.

… Fue la mujer fuerte del sí, que sostiene y acompaña, cobija y abraza. Ella es la gran custodia de la esperanza. De ella aprendemos a decir si en la testaruda paciencia y creatividad de aquellos que no se achican y vuelven a comenzar.

María era la chica del alma grande que se estremecía de alegría, era la jovencita con los ojos iluminados por el Espíritu Santo que contemplaba la vida con fe y guardaba todo en su corazón de muchacha. Era la inquieta, la que se pone continuamente en camino, que cuando supo que su prima la necesitaba no pensó en sus propios proyectos, sino que salió hacia la montaña sin demora.

Aquella muchacha hoy es la Madre que vela por sus hijos, estos hijos que caminamos por la vida muchas veces cansados, necesitados pero queriendo que la luz de la esperanza no se apague. Eso es lo que queremos: que la luz de la esperanza no se apague. Que nuestra Madre nos encuentre en la búsqueda del camino, camino lleno de ruido, conversaciones y distracciones.

Francisco
Exhortación apostólica postsinodal
Christus Vivit

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