Caminar

Caminar por caminar o caminar encaminado… Hay quienes caminan por la necesidad de desplazarse de un sitio a otro, pero si las cosas o las personas vinieran a ellos ¡no se moverían! Otros caminan para obtener metas, objetivos, cimas que están siempre “más allá” (afuera) o “más acá” (adentro).

La vida es un camino, una peregrinación con muchas etapas… Al marchar de un lugar, dejas cosas y personas, pero siempre te llevas contigo esas vivencias que te han marcado, haciéndote crecer y madurar.

Caminar, salir, marchar, dejar, permanecer, morir, son verbos que hablan de experiencias fundamentales de la existencia, que te hacen más humano, y que en el fondo te enseñan que en esta vida es tan importante saber decir “¡hola!”, como aprender a decir “¡adiós!”

Hay muchas formas de lanzarse al camino y lo que es común a todas ellas es que, a la vez que avanzas por lugares externos, también vas haciendo un itinerario interior… Aparece el esfuerzo, el cansancio, el encuentro, la risa, el llanto, la reflexión, el silencio de largas horas, días, meses, años, de marcha.

El camino te invita a revisar tus prioridades, a pensar en qué es lo importante en tu vida, y a conocerte un poco más a ti mismo, a los otros y al Dios que muchas veces late detrás de tus búsquedas.  Caminas cantando o llorando, caminas alabando o quejándote, caminas agradeciendo o reprochando, caminas bendiciendo o maldiciendo…

Gustavo L. Manrique

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