Tomar la inciativa

Adviento es tiempo de preparación para la venida de Jesús. Es tiempo de “buscar y hallar” aquellos caminos que el Espíritu señala a cada uno, dentro y fuera de nuestros espacios ordinarios.

Quizás el primer paso que podamos dar para vivir este tiempo sea el de tomar la iniciativa. Buscar y hallar en mi vida aquello que Dios quiere para mí, implica discernir.

Un discernimiento que nos ayude a cuestionar lo que hemos hecho como “normal y natural” en nuestra vida cotidiana y estilos de vida. Que nos invite a descubrir, desenmascarar o poner en evidencia nuestros engaños y apegos que hemos asumido como normales y naturales. Ignacio de Loyola nos enseña que los apegos son las cosas que nos impiden alcanzar el fin para el cual hemos sido creados que nos permite nuestra plena realización y felicidad genuina. Los apegos no son sólo las cosas materiales, sino que también pueden ser personas, instituciones y quizás algunos pensamientos, sentimientos y movimientos espirituales interiores que nos van alejando, muchas veces sin darnos cuenta, de ese fin.

¿Qué apegos puedo nombrar yo en este momento de mi vida que me impidan mirarme amorosamente  y encontrarme con los demás? Los apegos más peligrosos, porque son lo más difíciles de reconocer, son aquellos que suenan a verdad, que parecen razonables y por ello los asumimos sin problema y sin crítica.

Cuestionar lo normal y lo natural implica abandonar el cómodo criterio de “siempre se ha hecho así” o “siempre lo he hecho así” y conlleva el reto de repensar las estructuras sociales y personales. “Tomar la iniciativa” es un conjunto de pasos concretos que podemos dar para poder caminar hacia afuera de nosotros mismos,  que nos invita a un encuentro con otro que está llegando. En este camino probablemente reconozcamos diferentes apegos y engaños que nos dejan estáticos, sin poder avanzar. Cosas que no queremos ceder y que nos impiden llegar a los demás. Justificaciones y discursos que hemos autoconstruido como incuestionables, innegociables.

El tomar la iniciativa y decidir ponernos en camino, definitivamente nos invita a salir de nosotros mismos, ir al encuentro con otros; buscar a personas lejanas (que normalmente no considero en mi vida y mi historia, los que no forman parte de mis amigos); y encontrar a los olvidados y excluidos.

Para poder vivir esta invitación es necesario predisponer el corazón e internar que estos pasos sean verdaderamente genuinos. Hacernos disponibles a todas las cosas de tal manera que no busquemos más riqueza que pobreza ni más honor que deshonor.

Rodrigo Antonio López Díaz
Adaptación

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