Reflexión del Evangelio del Domingo 16 de Octubre (Gustavo Monzón, sj)

Evangelio según San Lucas 18, 1-8

Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: “En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: ‘Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario’. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: ‘Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme’”. Y el Señor dijo: “Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?”.


Para el cristiano la espera se transforma en esperanza. El vivir de la promesa del Señor nos invita a tener una experiencia de fe de que Dios actúa en la historia, dándole un horizonte y un fin y esta fe encuentra en la oración el alimento para seguir caminando. En ese sentido, las palabras de Jesús “¿cuándo venga el “Hijo del hombre” encontrará fe sobre la tierra?” son un aliento a cultivar la oración para ver a Dios actuando en todas las cosas.

De la actitud de oración, como acto insistente y humilde, de escucha y acogida de la palabra de Dios, nos hablan las lecturas que la liturgia de la Iglesia nos invita a meditar.

Lucas nos presenta a Jesús invitándonos a orar a Dios insistentemente. A no aflojar en la actitud de súplica y confianza en Dios. Para esto, nos pone como modelo de insistencia a una viuda. Ella, víctima de una injusticia, con su insistencia logra lo que merece. Con este modelo de fe, el evangelista nos exhorta a seguir perseverando en la oración y no desanimarnos cuando se presentan las dificultades y no todo sale tal como pensábamos, deseábamos y creíamos.

Por otra parte, la oración se entiende en el contexto de la Alianza permanente y definitiva entre Dios y la humanidad. De esta realidad, nos habla la primera lectura. En ella vemos a Moisés, como enviado de Dios, actuando con fe. Esta fe, simbolizada con las “manos en alza” en el combate, muestra la confianza en la Alianza siendo fiel a esta promesa.

Esta promesa, y el mantenimiento de la fe en ella, no la hacemos solos. Tenemos una comunidad y una Tradición que nos sostiene. De esto nos hablan las palabras de Pablo a Timoteo. En el contexto de tensiones y dificultades de la comunidad, el Apóstol exhorta a la insistencia, la confianza y la fidelidad en la memoria del don recibido.

En el día de hoy, la Iglesia argentina está de fiesta. Hoy nuestro hermano José Gabriel del Rosario Brochero es canonizado en Roma. Que él, quien fue en su vida fiel a la promesa del Padre, interceda por nosotros en nuestro camino de mantenernos firmes en la espera del Hijo del hombre para poder responder SÍ a la pregunta si existe fe en la Tierra.

Gustavo Monzón, sj
Estudiante Teología

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