Esas cosas sólo te pasan a vos

Hay un dicho muy conocido que dice: las buenas historias sólo le ocurren a quien sabe contarlas. Y algo de cierto hay. No es que esas personas tengan un imán para las buenas historias, creo yo. Como si a ellos les pasasen más cosas divertidas, o más románticas, o más sorprendentes que al común de los mortales. Más bien, imagino que les ocurrirán las mismas cosas que a todo el mundo… pero su mirada, sabe captarlas de un modo que se vuelve una gran historia que contar.

Algo de esto nos podría pasar si entrenásemos una mirada agradecida a nuestra propia vida. Porque sí, el agradecimiento se puede educar. ¡Se entrena y se aprende! Este verano, en un voluntariado con un grupo de jóvenes, he aprendido que una mirada agradecida cada noche hace resaltar ese lado bueno de las cosas. No es que no hubiera dificultades, claro que las había. Pero también éstas se convirtieron en oportunidades para crecer.

Se trata de releer cada día en esa clave. ¿Qué puedo agradecer hoy, Señor? Porque si uno mira bien, nuestra vida está llena de motivos por los que dar gracias. Desde lo más insignificante a lo más grande. Desde el amanecer, hasta el atardecer. Respirar, andar, abrazar a alguien, charlar con un amigo, leer algo apasionante, dejar cumplida una tarea, sentirme cansado después de hacer deporte…

Entonces cambio la frase con la que comenzaba: Las buenas cosas sólo le ocurren a quien sabe agradecerlas. Quiero decir, nos ocurren a todos, pero sólo las reconoce quien sabe agradecerlas. Y yo quiero ser de esos.

Charlie Gómez-Vírseda, sj
Pastoral SJ

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