Es más que palabras

Música. Un concepto muy amplio. Infinidad de canciones, álbumes, autores, géneros musicales para escuchar.  Quiero escribir estas lineas sobre un tipo de música especial con el que en mayor o menor medida estamos familiarizados: la religiosa. En misa, al empezar o finalizar una reunión con nuestra comunidad, en una misión en una adoración, en una oración en grupo. Solos, en el auto, en el colectivo o en nuestra casa. Estas ocasiones tienen algo en común: la capacidad de movernos el corazón.

En primer lugar, las canciones nos permiten adueñarnos de una conversación con el Señor (la del autor). Las letras y la melodía nos tocan el corazón, nos mueven el alma y la elevan hacia Dios. Permiten que resignifiquemos esas palabras, que al escucharlas nos interpelen en nuestra vida. Es hermoso que podamos hacer propia la alabanza. Que nos identifiquemos con una frase en la cual nos vemos reflejados a nosotros mismos. Que nos cuestionen o nos afirmen pensamientos, actitudes y deseos. Algunas veces incluso nos emocionamos: es porque ya no solo cantamos, sino que sentimos en la canción. O mejor dicho, nos sentimos.

Otro aspecto a destacar es que las canciones trascienden en el tiempo. Así, alguien en el 2019 puede apropiarse de un Salmo del rey David escrito mil años antes de Cristo. Y sentirlo con la misma intensidad que quien lo escribió. Porque los tiempos cambian, pero los deseos últimos del corazón de las personas son los mismos. Dice San Agustín: «Aquel que canta alabanzas, no solo alaba, sino que también alaba con alegría; aquel que canta alabanzas, no solo canta, sino que también ama a quien le canta. En la alabanza hay una proclamación de reconocimiento, en la canción del amante hay amor…». Es el corazón el que pide encontrarse con Dios a través del canto, que se pone cara a cara con Él.

¿Y cuando cantamos con otros al mismo tiempo? Esta unión de voces intensifica no solo el canto en sí, sino la fuerza de la alabanza que hay en él. Se puede sentir la presencia de Dios en el lugar. Cada uno trae su historia y sus sentimientos a la canción. Se supera lo mio y lo tuyo, se une para dar lugar a un vinculo que nos une como comunidad, para cantarle a Aquel que murió en una cruz y curó nuestras heridas.

Nunca perdamos las ganas de cantarle, para su mayor gloria y alabanza.

Nacho Lupotti

alabanza, canción, corazon, Historia, música, Palabras
Publicación anterior
Madre
Publicación siguiente
Laura: mujer, madre y maestra

Publicaciones relacionadas

keyboard_arrow_up